Adiós a Dardo Alzogaray, un hombre generoso en los tiempos más difíciles y humilde en los más prósperos

La Facultad de Artes rinde homenaje al profesor y ex vicedecano de la institución, fallecido el pasado 29 de septiembre.

 

El profesor Dardo Alzogaray ha sido y será una parte fundamental de la Facultad de Artes, de su comunidad, de su historia: de la vida de nuestra institución. Sus primeros pasos por la entonces Escuela de Artes comenzaron hace veinte años, cuando inició su trabajo como docente de la Cátedra de Historia de la Cultura Americana II. Más tarde, en 2010, fue Jefe del Departamento de Teatro, y ya en 2012 se transformó en el primer vicedecano de la recién creada Facultad. Como profesor de historia e investigador, su trabajo estuvo marcado por el compromiso con el arte, la educación y la política.

Dardo fue también, a lo largo de todos estos años, una presencia cercana, cálida, cotidiana y su muerte el pasado 29 de septiembre ha hecho que las palabras brotaran en su memoria; en la última sesión del Consejo Directivo de la Facultad, en una clase de la cátedra del Departamento de Teatro de la que fue profesor, en la jornada laboral de los trabajadores del Área de Servicios Generales y en tantos otros encuentros entre pasillos, clases y oficinas.

Desde la Facultad de Artes compartimos aquí algunas palabras y relatos con las que distintos integrantes de la comunidad educativa le rinden homenaje a este hombre que dejó su huella en nuestra casa de estudios.

 

 

La vida es lo que se ve, lo que hay…

El viernes 2 de octubre el Departamento de Teatro rindió homenaje a Dardo en la Cátedra de Historia de la Cultura Americana II, la primera clase luego de sabernos un poco huérfanos de ese padre de barba blanca, panza grande y de abrazos ajustados. Historizamos  sobre la vida de un hombre que pertenecía a la Institución, de un gran hombre que con proezas pequeñas construyo fuertes lazos que unieron a muchas generaciones.

Hablamos de Dardo

De sus ojos, de su mirada profunda, del brillo de su mirar

De su voz, de su manera de hablar cerquita y al oído

De sus palabras mexicanas

De su generosidad

De su forma de enseñar, de hacer historia

De su forma de abrazar, de su forma de convencer, de su compromiso

De su desorden aparente, de su humor

Hablamos de su vida…Hablamos de la vida.

Hablamos con la garganta estrecha, los ojos húmedos y  el corazón abierto, del Gran Habilitador, del arquitecto que construyó puentes invisibles, de sus clases, del “Espejo enterrado”, de “Las venas abiertas de América Latina”, de sus huellas, de cómo se imprimió en nuestras vidas de estudiantes y muchos de los que ahí estábamos, que compartimos vida con él, compartíamos la inmensa gratitud por habernos cruzado;  de que su vida y la nuestra se mezclara en horas y largos días de trabajo.

Dardo, tu vida enriqueció a cada uno de los que a tu lado se detuvo en la búsqueda…

Nos retiramos, aplaudimos tu vida y honramos tu memoria.

 

Daniel Maffei, Departamento de Teatro

 

El más querido

 

Dardo Alzogaray fue muchas cosas, demasiadas para resumirlo en unas líneas: militante universitario en los setenta, luego exiliado, luego regresado y carpintero, docente universitario y formador de formadores en la Unión de Educadores de la Provincia; profesor cautivante y descontracturado, cómplice con los estudiantes, escuchador atento que hacía de la cocina una extensión de los claustros, que combinaba la atenta escucha a sus tesistas con la preparación de los mejores agasajos para terminar una velada que había arrancado académica. Fue también un actor profundamente comprometido con la Universidad, dirigió la Fundación de Filosofía y Humanidades, fue jefe del Departamento de Teatro y primer vicedecano de nuestra facultad. Nunca escondía sus posiciones, pero tampoco se negaba al diálogo franco. La intensa vida política de la universidad perdió en Dardo a uno de sus mejores intérpretes. 

Quienes concurrieron a despedirlo lloraron y rieron entre mil anécdotas, mates y copas de vino. A su familia, Liliana, Melina y Tomás, también parte de la Universidad, se sumaron representantes de múltiples dependencias de esta casa, de todos los claustros, amigos de juventud, de exilio, de cátedra y de la política. Porque Dardo era bien querido por muchos, transversal a espacios y posiciones y, como alguien recordó, generoso en los tiempos más difíciles y humilde en los más prósperos. O como dijo otro, quizá le erraba al nombre de su interlocutor pero su mirada decía todo. Y sabiendo que la memoria podía fallarle, por precaución siempre tenía para todos algún apodo tan generoso como insólito a mano.

Lo despedimos con música y libros, con una puesta que no se tomaba demasiado en serio la muerte, acaso uno de sus tantos buenos hábitos traídos de su vida en México. Un proverbio de William Blake, que no por demasiado citado deja de hacerle justo honor, dice que "el camino de los excesos conduce al palacio de la sabiduría", y el Dardo, bueno… el Dardo era muy sabio. Alguien que gozó la vida: la risa, las comidas, las discusiones sobre el arte, la cultura y la historia. La claridad en sus posiciones no eran contradictorias. Sin ceder en la seriedad de los temas, nunca fue solemne. Y así también se nos fue, con una sonrisa. Cuando se lo estaban por llevar alguien cantó "Zamba para no morir" y esos versos lo pintan de cuerpo entero: "Al quemarse en el cielo la luz del día, me voy / con el cuero asombrado me iré / ronco al gritar que volveré /repartido en el aire al cantar, siempre". 

 

Agustín Berti, Concejo Directivo

 

Simplemente, gracias


Querido Dardo,

                      Tu partida nos ha sorprendido, nos dejaste con ganas de compartir charlas, encuentros, mates y por qué no….un asado. Siempre atento, amable y dispuesto a escuchar: extrañaremos tus visitas fugaces por el Área de Servicios para preguntar simplemente cómo estábamos y si necesitábamos algo. Sos y serás irremplazable. Nos encantaba hablar de política, historia, de tus anécdotas y tus experiencias. 

Nos enseñaste a ver la vida de otra manera. No encontramos palabras para describir lo que significaste para nosotros y se complica aún más escribir con lágrimas en nuestros corazones.

Simplemente, gracias…

 

Personal del Área de Servicios Generales

 

 

 

Maestro de risas cómplices

Maestro de risas cómplices, de abrazos, de mañanas compartidas, de charlas enormes, de libros recomendados, de historias y de bromas, degustador de vinos, de cafecitos y de vasos de leche. De la sensibilidad más fina y de las ideas más ingeniosas. Del humor más filoso. Cocinero de maravillas. Consejero del amor. Constructor y creador. De la sonrisa más luminosa que el Sol. Del corazón más grande que el mundo. De manos de plomo y ojos del mar. Mi memoria me queda llena de vos y agradecida infinitamente de haber estado tan cerquita los últimos años. Hasta siempre Dardo adorado.

 

Bárbara Brailovsky, egresada

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