Integrantes de la FA reflexionaron sobre problemáticas de género

Durante el taller organizado por la Mesa de Trabajo de Género y Poblaciones Prioritarias de la Facultad de Artes, docentes y estudiantes intercambiaron saberes y miradas sobre diversos conceptos y situaciones para avanzar hacia un cambio social que permita superar las situaciones de violencia y exclusión.

 

El pasado 3 de noviembre se desarrolló el taller “Inclusión Social: Identidad de Género”, organizado por la Mesa de Trabajo de Género y Poblaciones Prioritarias de la Facultad de Artes. Durante la actividad también se presentaron las actividades de este espacio en el futuro, entre las que se encuentran propuestas participativas sobre la problemática de género durante los cursos de nivelación.

El taller estuvo coordinado por la trabajadora social Belén Maldonado  y el docente de de la Facultad de Filosofía y Humanidades Eduardo Mattio , quienes fomentaron las intervenciones de los/las asistentes y la problematización de los aportes realizados para alcanzar una puesta en común enriquecedora.

Luego de la primera ronda de intervenciones en torno a la dicotomía entre lo legal y lo cotidiano, Mattio abordó el eje de la “incomodidad entre la identidad autopercibida y lo que nos dicen qué debemos ser”. Así, entre todos/as, se profundizó sobre la idea de incomodidad: a veces, la incomodidad está en cada uno/a de nosotros/as; otras, en ciertos sectores influyentes de la sociedad; y, muchas otras, se manifiesta en estigmatizaciones, no reconocimiento de derechos, desprecio e, incluso, violencia física. Frente a este panorama, se habló sobre la necesidad de apostar por un cambio social y cultural en pos de que la incomodidad se diluya, comenzando por los espacios cotidianos que transitamos como la universidad.

La masculinidad y la feminidad a lo largo de la historia

¿Cómo es posible lograr el cambio cultural y social? Eduardo Mattio propuso como punto de partida la autointerrogación sobre lo que nos generan los diversos aspectos de la masculinidad y la feminidad. En ese sentido, el docente presentó un breve recorrido histórico de las discusiones sobre estas dos nociones. Hasta mediados del siglo XX, la perspectiva monopolizada por sectores conservadores como la cúpula de la iglesia, la masculinidad y la feminidad se restringía al aspecto biológico del sexo: “La discusión se agota una vez identificado lo que se encuentre entre las piernas. Los roles sociales de hombre y mujer quedan restringidos a ese aspecto biológico”, explicó.

Con el surgimiento del movimiento feminista, la discusión se trasladó del sexo al género, concepto que como explicó el docente “intentó interpelar la noción biologicista según una interpretación cultural de las diferencias sexuales. Ahora bien, las diferencias sexuales continuaron restringiéndose a hombre y mujer, cambiando algunas cosas, pero también reforzando ciertos estereotipos”. Tal como aclaró Eduardo Mattio, esta redefinición de la masculinidad y la feminidad fue un gran aporte para las luchas por los derechos de las mujeres, pero con el correr del tiempo mostró sus limitaciones para comprender las diversas formas en que se vivían.

Un tercer aporte más reciente es el que tiene que ver con la “identidad de género, que busca superar la crítica de carácter socio-antropológica del género, para incluir nuestra autopercepción sobre el cuerpo y los deseos”. De este modo, la autointerrogación sobre la masculinidad y la feminidad puede sintetizarse en la tríada sexo/género/deseo. En este sentido, la sociedad puede caminar gradualmente a la remisión de la incomodidad frente a cuerpos y deseos diferentes.

En este sentido, podemos tener órganos masculinos, identificarnos como hombres y desear mujeres, tal como es el mandato social dominante, pero ello no debería incomodarnos ante otra persona con órganos masculinos, que se perciba mujer y que desee mujeres. La diversidad es inmensa bajo esta perspectiva, además de registrar los posibles cambios en las biografías de cada persona. Es decir, un hombre, una lesbiana o una trans pueden cambiar a lo largo de sus vidas alguno de los aspectos de la tríada sexo/género/deseo, y ello no debería generar una incomodidad para sí o para los otros. Se trata tan sólo de que todos/as podamos expresar y vivir libremente una parte esencial de nuestras vidas.

"Si me querés, quereme trans"

Una vez finalizadas las intervenciones de los participantes del taller, se proyectó "Si me querés, quereme trans", documental realizado por los estudiantes del Departamento de Cine y Televisión que recoge testimonios de trans en su ámbito laboral, quienes reflejan las diversas condiciones laborales en las que están insertas. En algunos casos, las chicas no pueden avanzar en sus carreras, mientras que en otros han logrado un buen grado de integración y reconocimiento por su labor. Durante el taller se hizo presente uno de los realizadores, Joan Sánchez, quien relató el proceso de creación y reflexión que implicó para los/las estudiantes abordar este trabajo.

Para finalizar, la coordinadora Belén Maldonado presentó algunas cifras preocupantes. Por ejemplo, la expectativa de vida de las personas trans es de 35 años, la inmensa mayoría padece la discriminación laboral, lo que explica que la mayoría deban recurrir al trabajo sexual, sin ningún tipo de resguardo. De este modo, ven vulnerados cotidianamente sus derechos a una vida digna, generando que, como se mencionó durante el taller, “lo que para nosotros es algo cotidiano, como ir al cine o tener una tarjeta para comprar ropa en 12 cuotas, para las personas trans es un privilegio casi inalcanzable”.

 

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