Carta a la comunidad de artes
02 de julio de 2020
Carta a la comunidad de artes
Hemos asumido la gestión con el compromiso de un proyecto participativo para sostener el derecho a la educación superior como un bien social y al arte como un derecho esencial, aportando nuestra especificidad epistemológica en el concierto universitario y la solidaridad comunitaria con la sociedad, en una facultad que respira y se mueve en presencialidades vibrantes, en las que circulan perceptos y afectos cimentando nuestra identidad.
Docentes, estudiantes, nodocentes, egresadxs, abrigábamos un proyecto que no incluía, ni remotamente, un escenario como el que se nos presenta con el Covid-19 y el ASPO como medida para cuidarnos. Es un acontecimiento del que, además, no tenemos registros experienciales ni referencias cercanas. Estamos reorganizando planes en medio de la incertidumbre, no por falta de información o desidia, sino porque el horizonte y las soluciones mutan permanentemente.
Todas las decisiones y apuestas son complejas y tienen aristas contradictorias y de difícil resolución. Como la opción de utilizar las aulas virtuales para mantener el vínculo fundante de nuestra comunidad: el de enseñanzas y aprendizajes, en la apuesta de aprovechar las herramientas para ejercitar lazos fraternos y nuevos y diversos procesos, considerando los modos de habitar el mundo, la vida y el arte. Quizás haya quienes no creyeron en la conveniencia de encarar esas lógicas ante las contingencias, o prefieran la espera de cierta normalidad. En algún momento tendremos que revisar y hacer un balance de esta etapa. Por ahora, esto implica grandes esfuerzos de docentes, estudiantes y nodocentes, encarados con desigualdades que no se originan con la virtualidad, sino que tienen preexistencia, y contra las que hemos mostrado participación activa y unitaria desde el origen mismo de nuestra institución. También emergen nuevas problemáticas y condiciones de exclusión, ante las que trabajamos como gestión y elaboramos planteos concretos a las diversas áreas de la universidad, tales como becas de comedor, de conectividad para estudiantes, docentes y nodocentes, de equipamientos, o nuestra participación en el Frente de Trabajadores de la Cultura de Córdoba, etc.
Asimismo, con estos esfuerzos comunes, se habilitaron 180 aulas virtuales, donde docentes y estudiantes se encuentran con experiencias novedosas, creativas, trabajosas, cansadoras y alentadoras al mismo tiempo, pero que menguaron -sin duda- la desazón del aislamiento. Habitando estos dispositivos que atraviesan las cotidianeidades de los hogares, también hay nuevos aprendizajes y hallazgos. Seguramente necesitaremos distanciarnos del acontecimiento o dar por cerrada la etapa para sopesar los saberes que construimos.
En el mismo sentido, la mayoría de lxs nodocentes están reaprendiendo a realizar virtualmente trámites que en las rutinas institucionales tenían una dinámica presencial. En los pocos, pero afectuosos encuentros en redes que tuvimos, junto a la angustia y la incertidumbre de la etapa, hay balances virtuosos en cuanto a la incorporación de herramientas de trabajo y de solidaridad laboral.
Está claro que ésta irrupción inesperada cambió las rutinas cotidianas y los propósitos que diseñamos para el 2020 como colectivo interclaustro de artes. Tuvimos que suspender proyectos y resolver en la contingencia. Dar respuestas sin recetas, sin preámbulos, sin formación específica previa. Hoy, en estas condiciones -y por un tiempo considerable-, entendemos que no hay normalidad plena, y esta no es una hipótesis de lucha, es una referencia insoslayable de las condiciones materiales y simbólicas en situación de pandemia y aislamiento. Agravado a este estado del asunto, todos los procesos de readecuación los hicimos, -y seguimos haciéndolos-, en condiciones inusuales, lentas, laberínticas de comunicabilidad.
Porque nuestra esencia política está basada en la participación y el consenso, para reorganizarnos en la excepcionalidad es necesario abrirnos a las múltiples voces que nos constituyen, a la diversidad de los departamentos académicos y planes de estudio, con sus disciplinas, prácticas y especificidades; a los distintos claustros con sus requerimientos y posibilidades; a las cátedras con equipos o unipersonales, con una relación docente/alumnx cuantitativamente adecuada, desproporcionada o excesivamente despojadas; a las múltiples áreas con sus normativas, tradiciones y modificaciones. Esa es una de nuestras características: una rica y compleja diversidad. Tal vez por eso, a veces, los diálogos parecen demorarse en idiomas disímiles. Pero, al mismo tiempo, esa pluri polifonía nos hace encontrarnos en escenarios en los que es posible actuar en común. Y esta es otra característica de la Facultad de Artes. Es nuestra fortaleza para no salir heridxs, para cuidarnos entre docentes, estudiantes, nodocentes y egresadxs, acompañando a la sociedad en este difícil momento.
Estamos en la última semana de este atípico cuatrimestre. Tenemos muchísimos debates en busca de resolver situaciones nunca antes pensadas (y nos quedan otros que ni siquiera hemos tenido tiempo de enunciarlos). Es importante que los afrontemos con la convicción de que habitamos lo diverso, y por ello, como dice Sousa Santos, necesitamos del tenso equilibrio entre igualdad y reconocimiento de la diferencia. El consenso no unifica, produce el encuentro con las complejidades, y ese el mejor acercamiento a la igualdad que podremos hacer sin producir mayores desigualaciones.
En un tiempo tan difícil para la humanidad y el país, los espacios áulicos (sean presenciales o virtuales) son propicios para los intercambios generacionales desde donde pensar la educación en este concierto, ¿qué es enseñar y aprender en tiempos de crisis?, ¿qué puede el arte en esta etapa? Necesitamos exceder las fronteras disciplinares para deliberar en común ya no la unidad tal, la cátedra concreta, la técnica o la metodología, sino las artes en general, la cultura, en las formas de vida que toma la sociedad. Y nuestro pequeño, pero significativo aporte en la distribución de lo sensible en el mundo.
Ojalá que el esperado y necesario receso de invierno nos permita descansar, separarnos de lo urgente para realimentar nuestro trazo en esta coyuntura, en pos de un proyecto educativo que ayude a reparar las lesiones a los derechos, que no se lastime ante las adversidades, y que sume nuestro andar al de un pueblo en la construcción de una democracia inclusiva.
Equipo de gestión
Facultad de Artes UNC
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